Muy a menudo se confunden estos dos conceptos, limpieza y desinfección, siendo los dos muy diferentes, pues no siempre cuando nos referimos a algo que está limpio necesariamente tengamos que creer o dar por hecho que está desinfectado.
Limpieza
Cuando limpiamos lo hacemos generalmente por razones puramente estéticas como en el caso de las manchas, desperdicios, basuras, etc… Otras veces las razones son para evitar unas consecuencias que pueden ser nocivas para nuestra salud como en el caso del polvo, que constituye un medio de transporte excepcional para las bacterias, implicando esto un riesgo importante para la salud.
El concepto de limpieza pues, es el que entendemos como el conjunto de operaciones que permite eliminar toda la suciedad visible en una superficie.
Dichas estas aclaraciones sobre lo que significa el término de limpieza, la pregunta adecuada es ¿Qué hay detrás de lo que no vemos?
Desinfección
Detrás de lo que no vemos nos queda una auténtica legión de agentes patógenos y nocivos para nuestra salud que debemos, no solo eliminar, si no procurar que no vuelvan a aparecer.
La desinfección es el método por el cual se eliminan y suprimen todos los microorganismos patógenos que puedan existir en las distintas superficies. El proceso de desinfección comenzará siempre por la utilización de un producto químico específico con acción desinfectante y con un poder germicida, fungicida y bactericida que nos ayude a eliminar gérmenes, hongos y bacterias.
En general, se considera que un buen desinfectante es aquel que tiene un amplio espectro (posibilidad de eliminar el mayor número de agentes patógenos), que no es tóxico ni corrosivo, que tenga un olor agradable, que se pueda usar diluido y que sea en su mayor medida lo más biodegradable posible.