Los sofás de piel no son especialmente delicados, pero sí es cierto que hay que cuidarlos y que un mantenimiento regular es esencial para que tengan un aspecto como si fueran nuevos.
Limpiarlos a diario no es necesario, pero sí que es conveniente hacer una limpieza a fondo cada seis meses, para su limpieza se puede utilizar una esponja suave, un poco de agua templada y jabón neutro.
Usar una crema hidratante, del tipo body milk también es una buena idea, ya que ayuda a mantener hidratada la piel del sofá por mucho más tiempo. Para mantener el brillo, lo mejor es frotar con posterioridad a la limpieza con un paño de lana.
Un consejo importante es recordar siempre que es esencial limpiar el sofá rápidamente en caso de que tenga una mancha, para que no penetre en el tejido.
Dando una vuelta por foros hemos encontrado algunas soluciones para limpiar los sofás de piel. Algunas de ellas son correctas y no perjudican al sofá, sin embargo, encontramos soluciones nada apropiadas para este tipo de superficies. Es muy importante evitar el uso de productos químicos, por lo que no es aconsejable, limpiar los sofás de piel con lejía, aunque esté rebajada en agua, amoniaco, alcohol de 90º…
Tampoco es aconsejable la utilización de toallitas de bebé, desmaquillantes, quitaesmaltes… aunque eliminen las manchas, también eliminan la capa protectora y el brillo de los sofás de piel, al igual que lo hace el vinagre blanco.
Con una funda de sofá, se puede proteger, por ejemplo del roce diario o si hay niños en casa, de esta forma, se conservará mucho más tiempo.
Y si el sofá ya tiene rozaduras o manchas pero aun conserva la estructura muy bien, se puede aumentar su durabilidad con una funda multielástica que se adaptará a la perfección a la forma de tu sofá.